COLUMNA DE OPINIÓN
“¿Cuál es el denominador común en estas propuestas? El trabajo colaborativo entre las distintas formaciones científica profesionales, dejando a un costado los egos. Aquí todos somos inventores e inventoras, muy distinta a la cultura de los artículos científicos en que necesariamente hay un primer autor y uno de correspondencia”.
Por Caroline Weinstein Oppenheimer, profesora titular en Escuela de Química y Farmacia, Facultad de Farmacia, Universidad de Valparaíso.
Elaborar hipótesis, desafiarlas para luego moldear una creación que pueda alcanzar el mercado y transformar la vida de las personas ¿Se puede hacer en modo ermitaño? Tal vez sí, pero qué extraordinario y efectivo es el proceso de creación colectiva.
Sobre este último quiero comentar, haciendo un poco de historia sobre el desarrollo del Sistema de Implante Integrado de piel creado por el que en su momento denominé grupo de Ingeniería de Tejidos de la Región de Valparaíso.
La historia comienza en 2001, a mi regreso a la UV, luego de concluir el doctorado en EEUU. El Director de Investigación me contacta con el Dr. Manuel Young, de la USM, para presentar un proyecto FONDEF sobre el uso de células de piel encapsuladas en fibrina para tratar las lesiones de grandes quemados.
El proyecto fue adjudicado y dirigido por el Dr. Young con una mentalidad multidisciplinaria en que nos sentábamos a la mesa de discusión, biólogos, químicos, farmacéuticos, tecnólogos médicos, estadísticos, ingenieros químicos, en alimentos, industriales y comerciales, un cirujano plástico y un médico veterinario. Lo que permitió ir moldeando el producto acorde a los resultados experimentales, la visión de los científicos, del cirujano que lo iba a aplicar y del ingeniero comercial que lo quería poner en el mercado.
Así fue como el cirujano dijo que el sistema de cápsulas milimétricas no era práctico para grandes heridas y que demandaba un parche. El equipo puso su talento a trabajar y transformamos unas cápsulas de fibrina en un parche en que las células se inmovilizaban dentro de un coágulo de la misma. Primero, se llamó Sistema de Implante Integrado y fue patentado en Chile y EEUU. Más adelante adquirió el nombre comercial de Inbioderm©.
En paralelo se crea Inbiocriotec S.A, un spin-off para comercializar este producto, liderado por empresas de la región de Valparaíso, siendo el socio mayoritario el IST. Contando con la participación de SILOB, otra empresa porteña y los socios NEOS, Everest y LBO. Tres de las universidades regionales tradicionales de la región también forman parte de este consorcio: UV, USM y UPLA.
La empresa cuenta actualmente con dependencias especializadas y dedicadas a la producción de tres variantes de Inbioderm; matriz, matriz con fibrina y matriz con células madre. Funciona al alero del IST en sus dependencias de Viña del Mar, y conduce un ensayo clínico para evaluar el producto en úlceras de pie diabético. Además, Inbioderm© se ha aplicado en más de 150 pacientes y se usa regularmente en el IST.
Es así como la innovación nunca se acaba. Inbioderm sirvió de inspiración para un nuevo producto actualmente en desarrollo, a través del proyecto FONDEF ID19I10028, y que consiste en incorporar a la matriz polimérica extractos vegetales, con el fin de potenciar su capacidad cicatrizante. En este nuevo desarrollo, colabora Inbiocriotec S.A y el Laboratorio fitofarmacéutico Ximena Polanco. Este proyecto permite potenciar el uso de una planta que crece en nuestro territorio y que se usa en la medicina tradicional.
Pero la innovación no acaba aquí, la estudiante de último año del doctorado de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, Carolina Flores, trabajando con el Dr. Agustín Martínez del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, observó que una molécula con efectos inhibitorios sobre un importante canal celular, aportaba a la cicatrización de heridas in vitro e in vivo. Surge así nuestro último proyecto sometido a FONDEF 2021 para crear un parche para la curación de heridas que incorporaría estas características novedosas, para mejorar la cicatrización y permitir controlar el dolor en úlceras venosas.
¿Cuál es el denominador común en estas propuestas? El trabajo colaborativo entre las distintas formaciones científica-profesionales, dejando a un costado los egos. Aquí todos somos inventores e inventoras, muy distinta a la cultura de los artículos científicos en que necesariamente hay un primer autor y uno de correspondencia.